Un viaje hacia sí mism@
Cuando empezamos a practicar yoga emprendemos un viaje hacia nosotros mismos…
De hecho, es un viaje que parte de donde estamos para llegar donde estamos, desde nuestra realidad hasta nuestra realidad. Puede parecer un absurdo, pero no hay nada más real que lo que somos, y con el yoga hacemos el camino para descubrir eso, qué somos realmente.
No hacemos yoga para llegar a ser perfectos, para mejorar, para dejar de ser como somos y pasar a ser de otra manera, para ser como imaginamos que podríamos o deberíamos ser. Hacemos yoga para ver claramente, sin dudas, que la perfección ya existe dentro de nosotros y que sólo tenemos que descubrirlo.
En yoga, el camino para descubrir la perfección que somos lo hacemos a través del cuerpo, haciendo unas acciones determinadas, las posturas. Si bien es cierto que las posturas que practicamos nos ayudan a ser más flexibles y más fuertes, éste no es el objetivo del yoga. Para eso ya está la gimnasia, el pilates, la acrobacia, etcétera.
El yoga tiene el valor añadido de que las posturas nos llevan a hacernos íntimos con nosotros mismos, y eso se consigue estando presentes a lo que pasa en el cuerpo cuando movemos les diferentes partes para adoptar una postura.
Lo que pasa en el cuerpo lo sabemos por las sensaciones que surgen. Las sensaciones son el lenguaje del cuerpo, que la mente nos ayuda a interpretar y a distinguir. En el proceso de la práctica de yoga, poco a poco empezamos a distinguir claramente entre les sensaciones agradables y las desagradables y a optar siempre por las agradables.
Con la consciencia de lo que innegablemente está pasando en el cuerpo se une cuerpo, mente y espíritu, la base del yoga, que, como sabemos, es una palabra sánscrita que significa unión.
Este es el gran regalo que nos ofrece el yoga dinámico, la posibilidad de experimentar profundamente y claramente la unión, la intimidad con nuestra realidad, con lo que somos.
Reflexión publicada por Glòria Puig, profesora de Yoga Dinámico en Barcelona, originalmente en su blog